divendres, 17 de juliol del 2015

Sensación de invierno

Despierto y dejo que mi vista se acostumbre a la luminosidad de la mañana. Me siento en mi cama y observo mi habitación, que permanece como siempre. Veo el animalillo blanco que me canta desde su jaula color plateado. El ave me llama, pero no tengo ganas de acercarme a él.

Un soplo de aire helado me embiste en su imparable camino desde la ventana entreabierta y me tapo con la tela oscura de mi capa. Me asomo a la ventana.

Hacia tiempo que no observaba el antiguo nido del ave celeste, pero hoy algo me hacía mover mi vista hacia el hermoso árbol frente a mi ventana. Pese al frío, la sensación era agradable. Los copos de nieve que caían tristes desde el cielo me acariciaban tiernamente la cara con una suavidad que mi piel jamás había sentido. Quería hacerme uno con esa nieve y olvidar mis preocupaciones y mis miedos.

Cierro los ojos.

No escucho más los ladridos de mi perro, solo los aullidos temblorosos del viento, que retumba en las paredes de mi dormitorio y el dulce canto del pájaro blanco. Permanezco así unos instantes hasta que el viento hace caer una pequeña marioneta de mi estantería. Cierro lentamente la ventana y recojo aquel objeto mientras observo su boca, cosida con hilo rojo en una sonrisa falsa y permanente.

¿Tú también callas?- Digo y dejo el muñeco junto a la figura de la paloma, en mi estantería.

divendres, 10 de juliol del 2015

Capa

"Abrí lentamente los ojos y me forcé para estirar mi mano derecha en busca de algo que pudiese utilizar. Apenas podía moverme, pues el paisaje helado había entumecido mis músculos, pero intenté arrastrarme como un último intento de continuar viviendo. La tormenta no había cesado y las vistas denotaban una seria tenebrosidad sin rastro de vida. Fue entonces cuando lo vi. Estaba enfrente mía, mirándome con ojos serios. "No puedes rendirte", decía a la vez que un brillo en si mirada me explicaba que jamás se iría de mi lado. 

Cogí su mano y estiré fuertemente, pero de él solo quedó una tela de color marrón oscuro. Una capa fue lo único que dejó. Agarré la tela oscura y la abracé contra mi pecho segundos antes de resguardarme bajo ella. De repente, todo el frío comenzó a disiparse. Podía notar como de aquella capa salía un tierno calor, que me desprendía de todo el frío que había congelado mi ser..."

Dejé de escribir en mi libreta y miré hacia la puerta. Allí estaba, esperándome. Todavía podía notar la mirada firme de aquella pieza de tela antes de ser lo que era entonces. Observé mi habitación. En la pared mi escudo reposaba junto al escritorio y los estantes, con el muñeco de trapo, la paloma de plástico y la figura delgada del gato blanco. No veía a mi perro, que continuaba en la habitación contigua, jugando con el ratoncito, pese que este le había causado bastantes heridas que todavía no se habían curado.

Me acerqué a la pieza de tela que salvó mi vida aquella vez y la acerqué a mi pecho. El calor que desprendía conservaba aún su fuerza, cosa que esbozó un intento de sonrisa en mi rostro. Me senté en la cama y me coloqué la capa sobre los hombros.

"Se avecina una temporada fría" susurro.