dijous, 29 de maig del 2014

Escudo

Cuenta aquella antigua leyenda de la existencia de un escudo solitario nacido en el interior de una furiosa tormenta invernal. Se dice que el mitificado escudo era indestructible, pero no lo era. El helado material que lo formaba se fragmentaba, triste, entre cadáveres formados por su resistente geometría. Su interior se derrumbaba sintiendo la soledad que le provocaba ser utilizado de esa manera.

Estaba cansado.

Estaba cansado de hacer daño, estaba furioso por haber sido obligado a asesinar brutalmente a todas esas personas. No deseaba hacer daño, no quería dañar a ningún ser vivo nunca más, no es ese el uso que un resistente escudo como él.

Gritó. Gritó expulsando su rabia enmudecida por el silencio de aquellos ensangrentados años pasados. Ahora permanecía solo, nadie quería el mítico escudo indestructible, al fin y al cabo solo era un escudo débil y que temía la batalla.

Lo escuchó. El tenue ruido de pasos se escuchaba cada vez más claro y cercano. La impaciencia mantenía el ambiente helado y tenso de los tiempos antiguos.

Entonces le vio. Sus ojos grises se reflejaron en la reluciente y suave superficie del frío material que formaba el escudo. Agarró con firmeza el gran escudo y lo miró atentamente.

Sonrió.

El escudo se sorprendió, era la primera vez que había visto a alguien sonreirle. Sintió que era la hora de volver a hablar de nuevo tras tantos años solitarios en ese lugar y susurró lentamente...

"Te he estado esperando."

Él volvió a sonreir, agarró el escudo en un fuerte abrazo y lo llevó con él. El escudo le protegiera con su reluciente superficie y, a su vez, él protegería al escudo de la sombra de tristeza que dejó su alma derrumbada.

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