diumenge, 8 de gener del 2017

Te quiero

Hacía tiempo que cada vez que dormían, ambos despertaban en el cuerpo del otro. Se había vuelto una rutina para él saludar a las amigas de ella y dejar una nota en el escritorio para cuando ella recuperase su lugar.

"¿Cuál es tu nombre?"

Era rutina para ella cada poco tiempo peinar el cabello corto del chico y grabar en su móvil un audio.

"Me llamo Katie. ¿Cuál es el tuyo?"

Era algo normal para él verse al espejo antes de ir a dormir y preparar ese pañuelo que tanto le gustaba a ella.

"Me puedes llamar Oda. ¿De donde eres? Mañana has quedado con tu amiga, la de las coletas para un trabajo o algo así me ha dicho.

PD: Yo soy de Osaka, Japón"

Era una costumbre para ella despertarse y acariciar el torso del chico con suavidad, como si fuese suyo. Era normal ir a estudiar a su instituto y hablar con sus amigos. Era bonito.

"Recibido. Menos mal que has quedado con ella, casi se me olvidaba el trabajo de Fisiología. Yo soy de Nerún, en Hera. Por cierto, me encanta como te queda la barba de pocos días. ¡Ni se te ocurra afeitarte por ahora!

PD: No me suena donde está eso de Japón, pero espero que no esté muy lejos, así podríamos vernos :)"

Se había convertido en una rutina para él despertarse y notar su olor en la habitación, tan dulce como siempre, y acariciar su pelo antes de peinarlo con suavidad. Era algo normal para él quedarse horas y horas mirando sus ojos grises en el espejo.

"¿Nerún? ¿Hera? He buscado esos sitios en Internet, pero solo aparecen conjeturas sobre que la Tierra está hueca. ¿Donde está eso exactamente? Te he preparado una tarta para tu cumpleaños. Espero que te guste. ¡Y no me afeitaré por ahora jajaja!"

Cada vez era más normal para ella vivir como él lo hacía. Era más fácil hablar con su voz, sentir con sus manos, notar el viento en sus mejillas. Era hermoso ser él.

"Oh, muchísimas gracias por el regalo, Oda. ¿Eres del exterior? Creía que no podíais contactar con nosotros de ninguna forma. No podremos vernos nunca entonces..."

Se había convertido en una costumbre para él rozar sus labios con los dedos e imaginar tenerla cerca. Era hermoso ser ella.

Era algo tan habitual ser el otro, amar cada gesto, cada cosa que hacían, cada carta, cada palabra dicha con su voz, que dejaron de ser uno para ser también el otro. Recorrieron cada poro de la piel del otro con tanta naturalidad que muchos dirían que lo llevaban haciendo desde hace años. Sintieron el dolor juntos y a la vez tan separados que cuando recordaban su situación, la distancia les hacía añicos.

"Katie, se me ha ocurrido una idea. Si no te equivocas y estás bajo la tierra que yo piso, ¿Por qué no excavar un túnel? Te prometo que pase lo que pase haré que podamos vernos. 

Te quiero"

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