dijous, 11 de juny del 2015

Canto desesperado

Amigos, ¿Y si dejo que todo fluya? ¿Y si dejo de insistir, hermano? ¿Seguiréis a mi lado? El frío de la noche consumirá el esbozo de la sonrisa que se dibuja en mi cara con vuestra partida. ¿Es mucho pedir querer quereros? ¿Es mucho pedir que me queráis?- Canta inocente el ave maltrecha mientras zurea sobre la estantería de la habitación. Mira a sus lados con sus ojos cristalinos y tenues en busca de apoyo, pero no logra ver nada que le resulte útil.

Un muñeco de trapo le sonríe con ojos tristes desde el otro lado de la estantería. ¿De quién se trata? ¿Por qué sonríe, si de sus ojos cosidos caen la melancolía de tiempos pasados? Las extremidades de plástico no permiten al ave moverse hacia aquel moribundo conglomerado de tela, pero eso no impide que cante fuerte y claro.

-Amigo, ¿Quién eres? ¿Cual es el motivo de tu enferma sonrisa?- Grito al cual no recibe respuesta alguna pese a la intención del muñeco, pues sus labios cosidos no le permitían pronunciar palabra alguna. Un gato blanco le responde en su lugar, tumbado inmóvil sobre el escritorio.

-Es aquel que ayuda sin ser ayudado. Es ese que jamás pudo escuchar su voz, mas no te preocupes, estruendosa ave mensajera, pues no necesita ayuda. Además, ¿Antes de saber de alguien, no sería mejor conocerte tu propia ánima? ¿Quién eres y qué haces?- Pregunta el gato albino con ligero desprecio.

-Sé perfectamente quién soy, por eso me preocupo por el resto de juguetes que permanecemos aquí, encerrados y aislados de la realidad. Dime, ¿Acaso sabes quién soy?- Contesta la pequeña paloma de plástico

- Sabia pregunta.- Dice el felino mientras lame su pata con el áspero tacto de su lengua rosada.- Pero, ¿Acaso no somos lo mismo? Somos todos la misma persona, la misma ente que piensa y se desarrolla como una y a la vez muchas. ¿Acaso no sentimos lo mismo? Pero, ¿Sentimos? ¿Somos? No puedo responder a ninguna de esas preguntas, pues es algo que alguien simple como yo, un gato que no posee ningún color excepto el blanco, el más simple de los colores, jamás podrá descifrar. ¿Sentir, amar, querer? No seré yo quién diga lo que significan esas palabras, pues no son más que eso. Palabras.

La ventana entreabierta deja entrar un soplo del helado aire de la noche y el ave agacha la cabeza. Sus ojos azulados de cristal denotan un compás melancólico en su falso latido. No cesa su melodía.

-Amigos, dejaré que todo fluya. No me verás insistir, hermano ¿Seguiréis a mi lado? El frío de la noche consumirá el esbozo de la sonrisa que se dibuja en mi cara con vuestra partida.

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