Bueno, primero decir a todos los que van a pasar a bachiller y en un futuro harán el temido Selectivo que no le tengan tanto miedo, que aunque den un poquito de miedo los exámenes, no es tan difícil. Ahora a esperar las notas! Este viernes ya las sabré.
Hoy voy a publicar tres microrrelatos, con los que me presenté al concurso de mi instituto.La extensión mínima era de 150 palabras y todos debían empezar por "Al abrir el cajón vio que estaba vacío" Espero que os gusten:
Obcecado
Una tenue aunque familiar luz entraba deslizándose lentamente
por el gran ventanal. Eso no importaba, debía llenar rápidamente el cajón o no
tendría tiempo para hacerlo después...
Siguió intentando llenar el cajón y,
mientras tanto, la estancia, ausente ya de la poca luminosidad de la tarde,
quedó inundada de una dulce y agradable fragancia de flores de jazmín
proveniente del exterior. No le disgustó el olor, pero no le interesaban esas
cosas, necesitaba más que nunca llenar ese cajón.
Nunca llenó por completo
aquel oscuro y frío cajón, así como nunca llenó su vida.
Al abrir el cajón vio que estaba vacío… o eso parecía si lo miraba sin cautela, pero si observaba fijamente aún podía distinguir las vetas de la oscura madera e imaginar las ramas que una vez formaron parte de él. Cerró los ojos mientras lo tocaba, olisqueó aquel objeto e incluso pudo escuchar los pajarillos revoloteando en la copa. Pensó que tal vez la vida de un árbol no merecía la pena, que era una pérdida de tiempo, pero… si lo reflexionaba sabía que no era así. Ese cajón había dado cobijo a varias generaciones de aves e insectos, había sobrevivido a un incendio, había visto más atardeceres de los que él vería jamás, ese cajón había producido oxígeno para que respirara e incluso había dado sombra a fugitivos jóvenes enamorados. Se rió. Tal vez un cajón tuviera más importancia de la que le damos usualmente.
Al abrir el cajón vio que estaba vacío. Tal vez no había estado
lleno nunca, o tal vez si… Ahora mismo no lo recordaba. Quizás antes hubiera
guardado en aquel viejo cajón deteriorado algún pantalón manchado
accidentalmente en una fiesta de Nochevieja o la corbata de su boda, doblada
cuidadosamente, pero eso era el problema, que no sabía con precisión si se
había casado o si tenía familia con la que celebrar Nochevieja. Estaba confuso,
se sentía encerrado entre aquellas paredes blancas. Pensándolo bien, no sabía
dónde estaba, se parecía mucho a un… ¿Cómo se decía...? Bueno, eso ahora no
importaba, quería ver a alguien conocido, alguien que pudiera recuperar alguna
prenda de aquel cajón. Entonces, sin llamar, ella entró por la puerta. No la
reconocía, pero evocó una bufanda blanca de lana... Fue entonces cuando recordó
quién era y, aún advirtiendo que el próximo día no iba a recordar su rostro, le
susurró al oído: Te quiero.
Bueno, y ya está. Espero que os hayan gustado.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada